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La Biblia de los LXX

Con este nombre indica la primera versión griega de la Biblia hebrea, hecha en Alejandría, Egipto, para el uso de los judíos helenizados que residían allí, que generalmente ya no entendía hebreo. Por lo tanto, también se llama “alejandrino“. Más comúnmente es, pero, dicho de la LXX porque, según el documento más antiguo que habla de ello, la Epístola de Aristea (ese. 200 C.A.), sería debido a 72 (figura redondeada luego a 70) doctores de la ley, cuales, expertos en griego y hebreo, trajo los manuscritos de Jerusalén y se retiró a la isla de Faro (la isla del famoso faro en el puerto de Alejandría, uno de 7 maravillas del mundo antiguo), cerca de Alessandria, en 72 días traduciría todo el Pentateuco. Esto habría sucedido a petición de Ptolomeo Filadelfo. (285-247 C.A.), que quería enriquecer su biblioteca en Alejandría. La carta de Aristea a Filócrates no es, pero, auténtica y claramente tiene una intención de celebración de la traducción griega de la Biblia. Más tarde, a su historia, añadió la leyenda según la cual los traductores, cerrado en celdas separadas, lograron traducir una versión perfectamente idéntica incluso en palabras.

sin embargo, es cierto que esta versión griega, comenzado en el tercer siglo. A.C.. y realizado por diferentes traductores y en diferentes momentos, se terminó a principios del siglo II. C.A.; utilizado por primera vez por judíos que vivían en Egipto, se extendió por toda la diáspora y se hizo común en el mundo grecorromano y también en Palestina. Vigente desde la época de Jesús, fue seguido por los escritores del Nuevo Testamento, por los Padres y la Iglesia, y fue la base de muchas versiones antiguas, incluyendo el latino que precede a la Vulgata de S. Girolamo.

El Concilio de Trento promovió una edición oficial, que salió con la fecha de 1586, hecho sobre el manuscrito Vaticano B, y se convirtió en el Textus Receptus del Antiguo Testamento griego.

La importancia de esta versión proviene del hecho de que deriva de manuscritos hebreos anteriores al trabajo de unificación realizado por los escribas..

La Biblia LXX sabe 7 libros desconocidos para la Biblia hebrea, es decir, los apócrifos, que los católicos llaman deuterocanónicos: Tobia, Judith, 1 mi 2 Maccabei, Baruc y la carta de Jeremías (Bar 6), Eclesiástico y Sabiduría, así como pasajes de Daniel y Ester presentes solo en griego.

Los católicos siempre han favorecido esta forma amplia del canon, siguiendo la versión de la LXX. Estos libros apócrifos, aunque no se reconocen como inspirados por los cánones hebreos y protestantes, los consideran igualmente inspirados.